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Endodoncia paso a paso para Odontólogos

El primer paso es tener un diagnóstico lo más aproximado o lo más acertado posible que nos permita establecer el pronóstico, formular el plan de tratamiento y que este plan nos dé los resultados que estamos esperando a largo plazo y poder verificarlo en el seguimiento.
Una vez tenemos ese diagnóstico ya establecido, procedemos a la anestesia, este es el paso más importante en la endodoncia porque hace que el paciente tenga una experiencia cómoda y que el odontólogo pueda trabajar de manera ágil en su procedimiento; esta anestesia la queremos adquirir de forma profunda y tratar de que el paciente no sienta dolor en ningún momento porque una vez el paciente siente el dolor por primera vez, se sensibiliza y lograr anestesiarlo de manera profunda, es mucho más difícil. Así que hay que evitar cualquier sensación de dolor inicialmente, no como ir anestesiando e ir viendo si ya quedó bien anestesiado, sino anestesiar de manera profunda antes de iniciar.
Una vez obtenemos la anestesia profunda pasamos al aislamiento de campo operatorio, este se hace con unas grapas y el dique de goma o tela de caucho y lo que se hace con esto es evitar que haya el ingreso de bacterias al diente o a la cámara pulpar y nosotros poder limpiar y desinfectar el sistema de conductos radiculares lo suficientemente para que sea compatible con salud periapical. Después de tener el aislamiento listo, comenzamos con el acceso cameral o apertura cameral. La apertura cameral tradicionalmente se ha hecho con una técnica que se llama “la forma de conveniencia”, es un acceso en línea recta a los agujeros de los conductos. Este acceso nos permite visibilizar bien todos los conductos radiculares, es un poco amplio porque hay que eliminar todo el techo cameral en su totalidad, hay que hacer una apertura del mismo tamaño de la cámara pulpar, ni más porque estaríamos desgastando el diente, ni menos porque estaríamos dejando techo cameral y posibles restos tisulares o restos bacterianos escondidos en ese techo cameral.

Recientemente, hacemos unas aperturas llamadas contraídas, son unas aperturas mucho más pequeñas porque gracias a la tomografía que nos permite prever con antelación cómo es la anatomía interna del diente y saber exactamente cuántos conductos vamos a buscar y a tratar y gracias a la magnificación o al microscopio que nos permite ver por dentro del diente, podemos desinfectar muy bien, inclusive quitar restos tisulares del techo cameral sin eliminarlo por completo, podemos hacer unas aperturas más pequeñas, más conservadoras que nos conserven más estructura dental para que el diente quede menos susceptible a una posible fractura posterior o a una restauración de mayor tamaño; estamos volviendo a una odontología más conservadora haciendo apertura más pequeñas, aperturas que se llaman contraídas.

El otro extremo, que se llaman o les dicen aperturas ninja (en internet) que ya son aperturas extremadamente pequeñas, no son contraídas, sino diminutas porque buscan mostrar mucha habilidad, pero esto ya es un extremo muy drástico que sí puede influir en que el tratamiento no quede tan bien realizado. Lo recomendable es una apertura en forma de conveniencia o una apertura contraída, pero para poder hacer la apertura contraída hay que contar con magnificación y con la tomografía diagnóstica para no correr el riesgo de omitir un conducto o dejar restos necróticos, bacterias o infección dentro de la cámara.

Una vez tenemos esa apertura definida, localizados los conductos, empezamos a irrigar, limpiar, desinfectar esa cavidad de acceso (con hipoclorito de sodio) y después de esto, comenzamos a explorar los conductos radiculares generalmente con una lima pequeña (número 15 o número 10) a explorar los tercios coronales y medios de los conductos, comenzamos a desinfectar esos tercios coronales y medios con hilo irrigante y con la instrumentación, instrumentando primero en orden el tercio coronal, luego el tercio medio y una vez tenemos estos dos (2) tercios limpios y desinfectados, comenzamos a explorar el tercio apical y ahí tomamos una conductometría definitiva que se puede tomar con un localizador apical o con radiografía o hacer una combinación de los dos (2) métodos. Después de tener esa longitud definitiva de trabajo, comenzamos a darle forma también, a instrumentar y a limpiar ese tercio apical, luego de tener limpio y seco todo el conducto, hacemos el relleno o la obturación, esta se puede hacer con compactación lateral o técnica de compactación vertical o técnicas termoplastificadas, también se puede hacer con unos obturadores (también son termoplásticos). Lo más común hoy entre endodoncistas, es utilizar técnicas termoplastificadas.

Después de tener los conductos obturados pasamos al selle cameral, este se puede hacer con una resina fluida o con un ionómero de vidrio y posteriormente se envía el diente nuevamente al odontólogo para que haga la restauración coronal. En algunas ocasiones hay que poner también un poste que puede ser generalmente de fibra de vidrio o un poste colado, se deja el espacio para el poste para que ya después el odontólogo y el rehabilitador hagan esos postes y la corona o el tratamiento definitivo. Pero el tratamiento no termina ahí, no termina en la obturación, termina en la restauración definitiva inicialmente sino y además, con el seguimiento.

 ¿Qué es el seguimiento?
Es que si el diente no tenía periodontitis apical yo le haga seguimiento en uno (1), dos (2) años o en tres (3) y continúe sin periodontitis apical o que si el diente tenía periodontitis apical inicialmente yo lo siga en uno (1), dos (2) años o en tres (3) años y que esa periodontitis apical haya desparecido; eso es lo que nos indica que el tratamiento sí funcionó y sí surtió los resultados que estábamos esperando desde que lo formulamos. Ahí ya es un punto para decir sí hice una buena endodoncia.

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