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Escala de Frankl del comportamiento

El tema de la escala de clasificación del diagnóstico, una vez hemos hecho ese diagnóstico, existen escalas o instrumentos que nos permiten clasificar a los pacientes:

Hay dos maneras de hacerlo:

La primera es basada en su comportamiento, es decir, cómo se maneja el niño (lo que llamamos comportamiento motor), si el niño llora, grita, se siente tranquilo, si nos mira, acata órdenes, etc. Y en este sentido hay una escala utilizada universalmente, la más usada en el mundo de la odontopediatría, se llama la escala de Frankl, esta tiene cuatro (4) categorías: 1, 2, 3 y 4, lo que se conoce en la literatura normalmente para los estudiantes de odontología como F1, F2, F3 y F4. De una manera muy simple indican el grado de cooperación que puede ofrecernos el paciente.

El paciente F1 se conoce como “definitivamente negativo”, es ese paciente que no tiene capacidad de cooperar porque, por ejemplo, es un niño muy pequeño, de corta edad, puede ser de 18 -20 meses que no entiende la situación y no tiene esa capacidad de entender y cooperar. O un paciente en situación de discapacidad, son niños que gritan, lloran, normalmente hay que ayudar a estabilizarlos.

La segunda categoría F2 es “levemente negativo”, es un paciente que es ansioso, que llora, no se queda del todo quieto, pero que acata órdenes, es capaz de sentarse, abrir la boca y responder mejor a órdenes cuando va a estar “inquieto” o “temeroso”.

 El paciente F3 es “levemente positivo”, es un paciente que está en silla, que colabora, acata mejor las órdenes, no mueve las extremidades, pero que está temeroso, interrumpe el procedimiento de una manera intermitente.

La categoría F4 es “definitivamente positivo” es el paciente cooperador, es el paciente que acata órdenes, está tranquilo, no se mueve, está en una postura cómoda y colaboradora durante el tratamiento.

Hay escalas también que miden el estado emocional, va más allá, si el paciente se mueve, nos ayuda o no, nos ayudan a medir qué tan ansioso está el niño. La escala más común es una que se llama “Escala de Malamed” que mide el comportamiento del niño a través de entrevistas, nos indica si el niño está muy ansioso o no, pero desde el punto de vista práctico utilizamos mucho más las escalas del comportamiento, porque nos ayudan orientar al paciente y a clasificarlo mejor para definir qué técnica de comportamiento vamos a utilizar.

 Cuando utilizamos la escala de Frankl, más allá de clasificar a un paciente, nos va a dar herramientas para determinar qué tratamientos vamos a hacer, es muy importante consignar toda la información del comportamiento en la historia, registrar qué tipo de movimientos tuvo, no es suficiente escribir que el paciente es F1 o F2, es fundamental en esa evolución, detallar, si el paciente vomitó, si hubo que inmovilizarlo, si se hizo con los padres, si hubo consentimiento (es un documento paralelo, pero en la evolución también debe estar), explicar cómo fue la reacción del paciente frente a la técnica, cómo fue la despedida, cómo terminó la cita y toda la comunicación que se tuvo con los padres; más allá de una utilidad clínica, en la próxima cita se va a poder ver y evaluar el comportamiento del paciente, además, se van a tener herramientas para decir qué se va a hacer en la siguiente cita.

Es una protección legal porque muchos de los temas de comportamiento más allá de una implicación odontológica, tiene implicación legal porque un mal uso de una comunicación con un paciente, una percepción equivocada en los padres sobre una restricción física que considere inadecuada, puede tener muchas implicaciones que si como odontólogos se les ha explicado a los padres, se ha realizado un buen diagnóstico, se ha documentado de una manera completa en la historia clínica, se va a tener un mejor respaldo a la hora de un cuestionamiento frente a nuestro tratamiento.

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