Transplante de Hígado – Testimonio de vida, Ángela Rojas
Hola amigos de Tu Salud Guía, soy John Gil y en esta ocasión en testimonios de vida vamos a conocer el testimonio de una persona que no se rinde ante las adversidades. Ella es deportista, comunicadora, instructora de natación y transplantada de hígado; vamos a conocer su testimonio, es conmovedor, pero también una muestra de esa valentía que tenemos que tener frente a la vida. Ella es Ángela Rojas
John: Ángela, ¿Cómo estás?
Ángela: Hola John, muy bien, gracias.
John: cuéntanos, ¿Quién es Ángela?
Ángela: en este momento soy una mujer feliz, transplantada, deportista, instructora de natación y un milagro de vida.
John: qué bueno. Sí, sé que es un milagro porque todas las personas que tienen que pasar por lo que tú has pasado y han tenido la oportunidad de volver a vivir porque se trata de eso, volver a vivir, es realmente un milagro que lo permite la ciencia ahora, que están todas esas posibilidades a la mano, pero muchas personas no alcanzan a llegar a ese punto del milagro.
Ahorita nos vas a contar de qué se trató, cómo viviste tú de ese milagro en tu vida.
Ángela es comunicadora y también una deportista de alto rendimiento. ¿Cómo sigue ahora tu vida, seguiste siendo una deportista como antes, qué ha cambiado?
Ángela: de comunicación estoy muy alejada, deportista sí, a mi estilo, al estilo propio porque no puedo volver a jugar waterpolo, no porque alguien me lo impida o porque médico me haya dicho no puedo volver a jugar jamás, sino porque ya es un ritmo diferente, ya debo de cuidar un órgano, el waterpolo es de mucho contacto entonces sí me daría susto y no jugaría igual. Creo que al waterpolo le hice una despedida como tenía que ser y fue participando en un mundial, entonces ahí me retiré del waterpolo.
Soy instructora de natación personalizada de niños y juego tenis vóley playa, troto, pero al nivel tan alto que estaba antes, no.
John: pero eso no te hizo abandonar tus grandes pasiones, esas son tus pasiones y seguiste conectada con ellas.
Ángela: y sigo nadando y haciendo lo que más me gusta que es viajar, pasear, todo ha sido despacio, cogerle el ritmo a la trotada, a la técnica, porque al principio sí era como asustador, salir a la calle y pensar me voy a caer o dar el paso firme… No me he alejado del deporte, sigo en actividad.
John: Ángela Rojas, una transplantada de hígado, tiene un hígado de otra persona y eso le ha permitido vivir de nuevo. Cuéntanos ¿Qué pasó? ¿Cuál fue el diagnóstico que te llevó a al trasplante?
Ángela: en mi familia hay una enfermedad genética que se llama poliquistosis renal y hepática y a mí me comprometió el hígado. Mi mamá estaba muy comprometida de los riñones, llegó al punto de que le hicieran diálisis y a mi hermana y yo venían haciéndonos chequeos de qué pasaba en nuestro cuerpo referente a esa enfermedad, yo siempre estaba limpia, limpia y llegó un día en que ya me empecé a sentir diferente. Eso fue antes del mundial, tuve un episodio en el 2015 y cuando llegué a ese episodio me dijeron usted tiene poliquistosis renal hepática también y eso es como –Ay Dios qué va a pasar acá – busqué a un doctor del Pablo Tobón, al doctor Juan Carlos, quise consultarle para que me dijera qué era esa enfermedad, en qué consistía y que me hablara con palabras simples de qué se trataba; me acerqué donde él, le dije lo que tenía, con los exámenes que me habían hecho y él me confirmó que efectivamente ya estaban los quistes, con un lapicero él me hizo un puntito en la hoja y me dijo mira Ángela el tamaño de tus chistes es como este puntito y así puedes vivir el resto de tu vida, hacerte chequeos cada año, pero no, no pasa nada, continúa tu vida normal y cuídate, con la alimentación. Yo seguí entrenando para el mundial y haciendo mi vida normal. Cuando me fui al mundial nosotros nos quedamos paseando, cuando llegamos a uno de los países que nos quedamos yo ya me sentía diferente, sentía que mi cuerpo estaba gritando aquí algo está pasando y yo era diferente, mi abdomen, cuando comía era diferente.
Llegué a Colombia y volví a entrar otra vez al programa de protección renal con todos los exámenes, con todos los chequeos, en marzo me dijo la nefróloga ya contigo no hay nada que hacer, clínicamente no se puede hacer nada, estás muy invadida de quistes, yo lloré como 7 días seguidos, Dios mío qué voy a hacer en fin, se le cierra a uno como en ese momento todo, pero también llegó ese día que me desperté y dije no, sí hay algo para hacer y empecé a buscar, otra vez los exámenes, me entregué mucho a Dios, a lo espiritual y a decirle bueno, yo quiero más tiempo en esta vida, yo quiero hacer más cosas y quiero ser un milagro de vida y tú me vas a ayudar, empieza a ponerme personas en la tierra que me ayuden, que me lleven a donde voy a estar bien y eso empezó a pasar.
John: es un tema de actitud, el poder recuperarse o vivir tiene que ver con querer vivir, con querer afrontar esas cosas, no huir de ellas.
Ángela: sí, con quererlo, con pensarlo, con sentirlo y así empecé y dije listo, esto me va a pasar y así me empezó a pasar. Estaba incluso en una clase de natación con unos niños, la mamá algo vio en mí, cuando yo doy mis clases de natación no entro mucho como a preguntarle a los papás, usted qué hace o cuál es su profesión, no, hablamos del objetivo y esa mamá ese día me dijo: ¿profe te pasa algo? y en esos días que a uno le dicen algo y empieza a llorar y yo le dije sí porque ya mi estómago era más grande y ella me dijo profe tranquila. Cuando yo me salí a hablar con ella, me empezó a decir que qué me pasaba y yo le empecé a hablar, pues le había dicho que tenía una poliquistosis y pasa algo muy curioso que cuando tú dices esa palabra de poliquistosis renal y hepática, la gente es como qué y eso qué es, eso dónde da y ella me entendía normal lo que yo le estaba diciendo, ella me dijo yo te voy a ayudar, voy a hablar con mi esposo para que él vea tus exámenes a ver cómo te podemos ayudar y ese fue como el canal directo al cielo, como le digo yo, empezaron a pasar cosas muy bonitas, el doctor Juan Pabló vio mis exámenes y me dijo yo te voy a ayudar, se comunicó con un amigo que era también cirujano hepatobiliar, desde allí todo empezó a ser diferente, todo empezó a ser bueno.
Cuando finalmente llegué al staff del Pablo Tobón, ese día yo llegué con mi hermana y me vio el doctor Juan Carlos al que yo había ido a consultar hacía años, cuando él me miró y me dijo: ¿negrita qué haces aquí? y yo le dije doctor algo pasó, entonces me dijo tú eres la que viene para el staff y yo sí señor y él se hizo como, bueno. Él sabía lo que ya estaba pasando.
Entramos al staff y fue muy impactante tenerlos a todos ellos ahí, ver esos exámenes y que había avanzado mucho en muy poco tiempo; cuando obviamente ellos dijeron esto es de trasplante a mí se me vino el mundo encima porque siempre había existido esa posibilidad de que se lo hicieran a mi mamá y ella nunca aceptó por un montón de creencias y uno crece con eso, entonces yo también decía trasplante es muerte, trasplante no es opción, en fin, ellos son un equipo espectacular, un equipo que siempre entrega su alma y su vida con uno y le explican todo, le dicen a uno cómo va a ser, de qué manera, empieza también a estar la familia, el acompañamiento de ella, vaya, háblelo con su familia, decida, esto no es una obligación, nosotros te damos esto, pero en realidad la que decide eres tú.
Mi función hepática funcionaba, es decir, mi hígado funcionaba, entonces ellos también decían cómo vamos a hacer un trasplante de un hígado que sí funciona, pero era un abdomen grandísimo, un dolor 24 horas, eran un montón de cambios físicos, ya me cansaba de caminar.
John: o sea, todo eso fueron como complicaciones adicionales que va generando la misma enfermedad, ¿no?
Ángela: sí, el hígado empezó a crecer mucho entonces a medida que él crecía yo ya me cansaba más, comía menos, ya no me provocaba nada, por eso es que tener un dolor todo el tiempo no es tan chévere.
John: ¿existía el riesgo de que se expandiera a otros órganos, que dañara otras partes del cuerpo o es diferente a lo que pasa con otras enfermedades?
Ángela: sí se quiso ver eso, si podían estar en otra parte, los quistes estaban en el hígado y ahí en el riñón, pero muy poquitos. Es una enfermedad que coge hígado y riñones, no conozco de otro caso que sean otros órganos.
John: este tipo de enfermedades como tú dices le bajan la moral a cualquiera, hacen sentir que ya no hay nada para hacer y aún en estos momentos en que la ciencia está tan avanzada y que hay tantas posibilidades, pero en la medida en que no esté desde acá adentro la necesidad y las ganas de vivir, todas las cosas malas pueden pasar, pero tú comenzaste a ver cosas buenas alrededor, todo comenzó a ser bueno, pero eso bueno también de lo que veías de afuera, quienes te ayudaban, también se tuvo que acompañar con otras cosas tuyas.
¿Qué tantas cosas tuviste que cambiar en tu vida a partir de saber de la enfermedad y luego del trasplante, qué cambió en tu vida?
Ángela: lo primero que cambié fue la mentalidad porque en ese momento en que yo le dije Dios dame otra oportunidad de vida, yo era la que tenía que empezar a aprovechar esa oportunidad de vida y al hígado que iba a llegar le puse un nombre, le empecé a cantar, a bailar, le escribía, salía todos los días, cuando me despertaba daba gracias porque tenía un día más de vida y le decía: Capitán te estoy esperando, te necesito ya, ven ya, volvía y le escribía, cómo lo quería, quería un hígado sano, joven, estaba dispuesta a recibirlo con los brazos abiertos.
John: cuál es el tiempo, esa ventana entre que se necesita, se pide o ya se está esperando hasta que logra llegar. ¿Hay unos tiempos específicos, hay mucha gente en cola?
Ángela: entras a una lista oficial, esa lista digamos que pueden ser 10 – 12 – 20 – 60, nunca supe cuántos estábamos en lista, pero puede ser un mes, una semana, dos meses, hay gente que lleva mucho en lista de espera.
John: y no es porque apareció un hígado entonces ese te lo van a poner, ¿Tienes que cumplir una cantidad de requisitos?
Ángela: tener una compatibilidad, te hacen una serie de exámenes y tienes que tener una compatibilidad con ese hígado que llegó, no es el de cualquiera
John: ¿el tipo de sangre, la edad u otras condiciones físicas para poderlo soportar?
Ángela: pero desde el día que a mí me dijeron usted está en lista de espera yo quería tener todo súper organizado porque yo dije, esto me llaman mañana. Si me llaman mañana yo arranco y no fue así.
John: ¿Cuánto tiempo pasó?
Ángela: cuatro meses. Yo organicé todo, me dijeron, uno tiene que hacer como una maletica, de sus cosas, un jabón determinado, las pijamas; yo hice mi maleta super bien. A medida que va pasando el tiempo, si no te han llamado en el primer mes tienes que hacerte unos exámenes para actualizar, no todos los del protocolo, pero sí unos de sangre para ver qué está pasando o si ya ha mermado.
Primer mes, nada. Segundo mes, nada. Tercer mes, ya no me acuerdo tan bien, pero tuve dos falsas alarmas, me llamaron un sábado, yo estaba viendo televisión, me sonó el celular, eso tienes que tener todo el tiempo, celular pegado porque yo decía donde me pierda esa llamada. Me llamó ese sábado el doctor Juan Carlos, él me dijo Angelita qué estás haciendo y yo no, aquí viendo televisión
John: ¿Qué fecha era?
Ángela: un sábado, septiembre, octubre y él me dijo qué estás haciendo, yo, no, viendo televisión. Cuando yo vi que él me llamó yo decía Dios mío; me dijo alístate porque salió transplante para ti. Yo colgué, estaba sola en mi casa y dije señor bendito, salió trasplante para mí, bueno.
Él me llamó como a los 8 minutos, pasó algo muy curioso y es que yo había hecho una lista de las cosas que iba a hacer cuando me llamaran, a quién iba a llamar o qué iba a hacer, había comprado ropa, yo dije me voy a ir estrenando el día que me llamen, voy a hacer esto, voy a hacer lo otro. A mí todo se me olvidó, pero entonces él me volvió a llamar a los 8 minutos; yo dije cuánto tiempo ha pasado y yo no he llegado al hospital y él me llamó y me dijo Angelita cancelado tu trasplante porque salió una prioridad 1A y se le da prioridad a él; yo dije listo, no pasa nada.
En ese momento dije no estoy preparada para el transplante todavía, dije no es hoy, no es todavía, tengo que organizar muchas cosas porque si hubiera sido yo no sé ni qué hubiera llevado. Empecé otra vez a organizar todo, hice otra vez mi lista, qué voy a hacer, la maleta, cómo reaccionar, en fin. Siguió otro mes, otra vez los exámenes médicos, tenía que ir a donde ellos también como a unos chequeos porque ellos me iban viendo y cuando llegué a ese chequeo me dijo uno de los médicos, casi te llamamos ayer a 06:00am, yo siempre sentía como esa cosa, ay Dios mío. Listo.
Se llegó de diciembre y yo ya estaba muy enferma, mi vida cambió en un momentico.
John: ¿te estabas volviendo un paciente código A, prioridad 1?
Ángela: ya era una cosa impresionante. En diciembre vino Richi, con sus papás, estaban en mi casa, estábamos súper bien, 23 de diciembre, habíamos ido incluso a comprar algo de navidad, aguinaldos para tener ahí, no era ni fiesta ni nada porque yo ya no era capaz casi ni de caminar, muy reducida la movilidad por el peso del estómago, en fin. Habíamos hecho buñuelos, cerca de mi casa hay una virgencita, habíamos ido a esa virgencita y yo llevé mi velita y en la velita miré a la virgencita y le dije virgencita dame un hígado de regalo del niño de Dios por favor, yo lo necesito, es que me estoy muriendo, ellos estaban al ladito mío, se quedaron ahí calladitos y yo le dije ya, es que no aguanto más, dame por favor esto de niño Dios, le prendí la velita,
media vuelta y llegamos a la casa. Cuando llegamos a la casa todo empezó a ser como diferente, el perro empezó a estar diferente, como necio, éramos como callados, yo quería poner música de hacer fiesta, pero había otra cosa que, no sé decirte que era, los papás se acostaron temprano, nosotros nos quedamos de pronto conversando algo. 09:20pm, yo estaba en el baño, para donde yo caminaba iba mi celular; sonó el celular y yo estaba digamos acá en el baño y Richi estaba así al frente y él me miró como un 23 de diciembre, a las 09:20pm y yo miré, cuando un número que no tenía registrado, contesté:
“Angelita, el doctor Juan Ignacio. Yo dije Dios mío y él me dijo: ¿Qué estás haciendo? y yo no, estoy aquí en mi casa y me dijo alístate porque salió trasplante, y yo le dije bueno doctor, nos vemos en el Pablo en el piso 4, él me dijo todo, yo no me acuerdo, yo le dije bueno doctor, yo colgué, miré a Richi y le dije me salió trasplante y también se quedó como qué hacemos y yo era como yo no sé, empecé a temblar, me arrodillé le di gracias a Dios, empecé a caminar y él como espere, espere, tranquilícese, qué tenemos qué hacer, irnos para el hospital. Despertamos a los papás, esa despedida fue muy fuerte, era despedirse ahí, mirar la casa, mirar el perro.
John: Es casi como un adiós porque no tú sabes si vas a volver.
Ángela: obviamente está el volver, el sanarse y están en un montón de cosas, pero bueno.
Yo no me puse ropa nueva, nada hice de la lista, no alcancé a llamar a nadie, tenía un grupo de amigos que habíamos hecho por si necesitábamos algo.
John: el estrén no era la ropa.
Ángela: el estrén era el hígado. Listo, me despedí del perro y me acuerdo mucho que cuando me paré en la puerta, yo giré y pude ver todo el apartamento, pude ver todo literal y ellos estaban así parados y dije aquí voy a volver, pero voy a volver sana, aquí va a volver una Ángela sana, miré a mi perro, ahí me puse a llorar un montón y salimos, arrancamos. En el camino en el carro se pasan mil cosas por la cabeza, muchas; el médico me volvió a llamar, cuando yo volví a ver ese número dije no voy a contestar; volví a contestar y él me dijo tengo que decirte algo, en este momento estamos en un proceso, hicimos el examen de corazón y salió malo, lo vamos a repetir, si sale bueno, se continúa con ese paciente y si no, eres tú y yo le dije esta vez es la mía, yo ya voy para allá y acelere porque mejor dicho me van a quitar mi hígado.
Cuando llegamos al hospital el médico me estaba esperando, ¿estás lista? lista, yo estaba en un solo temblor, yo me quería reír, llorar, para ese momento no hay un solo sentimiento, miles. El despedirse, el despedirse de la amiga, el ver a la hermana, un montón de cosas, me cogió él del brazo y me dijo vamos.
Empezamos a caminar, llegamos al cuarto piso, obviamente todavía temblaba, llegamos al cuarto donde me recibieron como seis enfermeras que en un momentico hacen todo lo que tienen que hacer, otra vez exámenes, otra vez laboratorio, rayos x, él iba preguntando está lista, está lista y yo era, necesito ver a mi hermana, necesito ver a Richi y ellas haga y haga, bueno, báñese. Ellos llegaron, despedirme de ellos fue muy duro, muy difícil, pero siempre tenía la esperanza de que iba a salir de ahí, cuando me despedí de mi hermana que me cogió de la mano y me dijo aquí te voy a estar esperando, yo la miré como sí yo voy a volver, aquí voy a estar y lo voy a dar todo.
John: son historias super conmovedoras, bonitas, porque es vida entregándose a otra vida, permitiendo que la vida continúe en otras personas. Pasa el trasplante, la operación y ¿cómo te sentiste o cuándo comenzaste a sentir que era una nueva vida
realmente?
Ángela: en realidad me desperté pensando que me había quebrado un brazo porque yo estaba hacia este lado y lo que me alcanzaba a ver era el brazo y tenía un yeso hasta acá, entonces cuando yo abrí los ojos y me vi el yeso dije Dios mío yo me quebré fue el brazo.
¿Qué me pasó? ¿Cómo? ¿Dónde me quebré el brazo? y era tratando como de acordarme qué me había pasado, aparte que no sentía nada más del cuerpo, no sentía las piernas, escuchaba como todos los piticos, pero yo era, me voy a volver a dormir, yo no me quebré el brazo y era así.
Hasta que ya vi a mi hermana, no podía hablar porque tenía un tubo, vi a Richi y ya cuando ellos me dijeron el trasplante salió bien, estás muy bien, fue como Dios mío, gracias. Quería de pronto sentir en ese momento, bueno ya, yo me paro y me voy, pero calma, de a poquitos, me acuerdo más cuando ya estaba en la habitación, vi un cuerpo completamente diferente, el poderme mover y mirarme hacia abajo y ver que todo ese abdomen ya no estaba, que lo que comía sentía desde aquí hasta que bajaba y sentía cómo, volver a comer, sentir el arroz, la sopa, el jugo, volver a tener el sabor de la comida. Y caminar, levantarme, cosas tan sencillas que a se te olvidan del diario porque en realidad a eso no le prestas atención, me sentí renovada y dije bueno, esta es mi segunda vida, yo la voy a aprovechar, soy un milagro, voy a dar fe eso, voy a decirle a la gente se puede, si tú lo quieres se puede, entonces hágale, busque todo para que así sea.
John: después de eso continúas con un estilo de vida diferente que te permite sentirte de nuevo más viva, pero también favoreciendo a tu cuerpo, a tu espíritu, es decir, ¿Cómo se conserva un nuevo órgano si no es también cambiando de actitud? ¿Cuántas cosas cambiaron en ti, en tu vida?
Ángela: la manera de ver las cosas, de asumirlas, de pensarlas, cambia desde el momento en que me levantaba. Todos queremos una casa, un carro, una finca, viajar, un montón de cosas, pero en realidad lo más importante es tu salud, tener ese momento con tu familia, disfrutar; es muy rico el dinero, quién dice que no, te soluciona muchas cosas, pero empezar a ver la vida desde lo más sencillo, lo más básico, de dar gracias porque puedes caminar, porque puedes tener algo que a otra persona quizás le hace falta, es ver la vida desde ahí, desde la buena actitud, el querer, la felicidad, el empeño que le pongas, hay días difíciles yo no digo que no, yo también los tengo, pero no me puedo quedar ahí, me permito sentirlos, digamos hoy me levanté con ganas de llorar, lloro claro, es que es un sentimiento que no lo puedo borrar, pero entonces no es quedarme llorando tres, cuatro días, es tu actitud.
John: hay muchas cosas que podríamos hablar de lo que implica ser una persona con un transplante de órganos, pero también es muy importante que hablemos de las personas que son sanas y que en algún momento podrían donar un órgano. Yo creo que esa es la otra mitad de esta historia, el chico que por algún accidente termina donando sus órganos, que está en un programa de donación, que ya no se necesita, pero que su familia tiene la conciencia de que ese órgano puede ser donado. ¿Qué le podríamos decir a las personas acerca de donar órganos?
Ángela: donar es un gesto de amor, de esperanza, es darle la oportunidad a otra persona de que siga cumpliendo sus sueños, con más días, con más tiempo. Donar, aunque respeto las creencias, la religión porque hay familias que lo hacen, pero es pensar que es algo que se va a ir y se va a dañar y se puede quedar en más familias, en niños, en adultos, en otras mamás, en otros papás que pueden vivir más y seguir haciendo sus sueños realidad, invito a la gente a que done, a que ayude a salvar vidas porque en realidad donar es salvar vidas.
John: y permitir que tu ser querido siga viviendo a través de otras personas.
Ángela: yo no conozco a la familia de mi ángel donante, pero siempre les envío bendiciones, yo le prendo mi velita, yo le hago la oración, para él o para ella que esté descansando, para que su familia esté bien, para que se les multipliquen, no tienen a ese ser vivo, pero que sí tengan otras cosas que les permitan estar cerquita a él, es muy complejo porque obviamente uno no quisiera que la familia se le muriera, ni su hijo, ni su esposo, ni nadie, pero no lo acabas de decir, que otra persona tiene un pedacito de mi hijo.
John: que sigue viviendo o que su vida sirvió, no pudo terminar, pero pudo seguirle dando vida a otra persona.
Ángela: tan chévere decir mi hijo le dio a ella felicidad otra vez, mi hijo permitió que otra persona pudiera tener un corazón nuevo y saber que una persona puede hacer tantas donaciones, son 75 órganos que se pueden donar, no es que solo le cambies la vida uno, es a muchos.
¿Cómo hacer esa conciencia de decirle a la familia? ya no tienes que inscribirte en una página o hacer un certificado, llenar un formulario o la manilla, no. Es que tú en vida le digas a tus familiares que quieres donar, cuando yo me muera quiero que mis órganos sean donados, me imagino también que harán un examen para la compatibilidad y todo esto, pero que la familia sí sepa que tú habías dicho que querías ser donante.
John: esas son parte de esas recomendaciones o consejos de vida que tú le puedes dar a las personas. ¿Qué otros te imaginas o piensas para la gente que ha sido trasplantada?
Seguramente encontraremos personas que todavía a pesar de tener un órgano de pronto pueden seguir rechazando la idea de vivir con él; ¿Conoces de pronto personas que no han cambiado esa conciencia y si no, qué les dirías?
Ángela: no, no las conozco.
John: eso cambia la vida.
Ángela: yo creo que después de vos verte tan mal porque es que si te hacen un trasplante es porque estás mal, es hasta donde conozco, pero a uno no le hacen un trasplante porque está muy bien. Si te dan esa oportunidad de vida, aprovéchala, ayudarle a otro, ser un testimonio de se puede, hay para todos, quizás la lista sea muy extensa, pero si estás en la actitud, en sintonía, con una buena energía, sí se puede.
John: y lo otro diría yo para las personas que de pronto afortunadamente no tendrán que pasar por un trasplante, ni tendrán una enfermedad que los lleve fácilmente a la muerte, es conservar o mantener un estilo de vida sano, saludable, no quiere decir no pasar bueno, no disfrutar, no vivir la vida, es vivirla pensando en que siempre hay un mañana, en que debemos cuidar el cuerpo que tenemos y debemos de cuidar no solamente por nosotros sino también por las demás personas.
Ángela: como sin tantos excesos, sí. A la gente no le tiene que gustar el deporte como me gusta a mí, no, pero sí hacerle cosas buenas a tu cuerpo: darle una hora de una buena alimentación, de agua, un poquitico de deporte, salirse a veces de tanto estrés, un poquito de espiritualidad también es importante. Después del trasplante viví mucho de eso y lo vivo, con calma, viva el día a día, disfrute su día; a veces yo quería planear 5 -10, no, viva el hoy, esté aquí, disfrute hoy, este día. No te digo que uno no piensa en las deudas, en las responsabilidades, eso hace parte también del vivir, pero no darse tan duro con eso cuando la vida es de muchas otras cosas también tan buenas, el preocuparse es darle a tu cuerpo otro tipo de enfermedad, no sé, un espasmo.
John: Ángela muchas gracias por tu testimonio, para las personas que nos ven en Tu Salud Guía, seguro como los demás testimonios que hemos tenido cada uno tan importante porque es comenzar a generar esos sentimientos de la necesidad de cuidarnos, de apreciar la vida con todo lo que viene, con lo bueno, con lo malo, pero también aprender a superar esas cosas que pensamos a veces son el fin y que en estos testimonios de vida encontramos a estas personas que le han dicho sí quiero seguir viviendo y hay motivos por los que tengo que pensar en hacerlo bien, en apreciar cada momento.
Cada palabra tuya seguro le está llegando a muchas personas allá con esperanza y con cosas muy bonitas para seguir viviendo.
Ángela: no perder la fe.
John: Sí, no perder la fe, es verdad, seguir siempre conectados con la esperanza de que las cosas pueden ser mejores y pues aquí están, hay oportunidades y por eso queremos seguir resaltándolas todas esas esperanzas que siguen aquí vivas.
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Los esperamos de nuevo en otro testimonio de vida. Ángela muchas gracias.
Ángela: muchas gracias a ustedes por esta invitación, por llegarle a la gente, por invitarlos a que donen, donar es un gesto de amor y de esperanza; si yo quiero que mi vida cambie, la primera que debe cambiar soy yo, se puede, siempre se puede y buscar la manera de que se haga realidad.
John: pero siempre se puede bueno amigos de tecnología muchas gracias nos vemos en un próximo vídeo hasta pronto.