La relación entre emociones y enfermedad en los niños
En las enfermedades de los niños siempre hay una emoción oculta como lo hay también en la de los adultos, solo que en el niño es mucho más evidente la relación que existe entre ellas dos.
En este tiempo de cuarentena, donde nos hemos tenido que ver metidos entre las cuatro paredes de la casa, con el trabajo dentro de la casa, además del trabajo de criar y hacer todo lo que implica llevar el hogar, es muchísimo más fácil ver cómo las dermatitis, estas irritaciones de la piel están más presente en los niños porque el ambiente está tenso, uno se pregunta: ¿Cuándo será que esta situación cambia? ¿Cuándo tendré respiro? ¿Cuándo el niño podrá irse de nuevo al jardín y yo de nuevo a mi trabajo? y así cada quien tendrá su espacio, yo podré hacer mi vida como adulto, como me he ido acostumbrando y el niño podrá llevar la suya.
Otra de las cosas que sucede con facilidad en estos tiempos de incertidumbre, de intranquilidad, es que se incrementan un poco las crisis de asma, por ejemplo, cuando tenemos miedo en la medida que debemos salir de la casa, cuando el niño tienen que ir a un servicio diferente de atención, tienen que llevarlo a algún lugar, los papás se asustan y viene la crisis de asma, el aire no nos entra, esa posibilidad de encontrarnos con algo que nos asusta afuera no nos entra, pero también podemos ver el lado contrario y es que, cuando había cierta tensión por llevar a los niños a una guardería, cierta sensación incómoda para los papás porque creían que de pronto lo estaban haciendo más por la presión del trabajo y cosas por el estilo, en este tiempo que muchos se tuvieron que quedar con sus hijos por meses completos con ellos, esos síntomas cambiaron porque había una sensación de alegría, de plenitud, de tranquilidad, de estar con ellos, de verlos crecer, de no tener que irse de su lado porque el trabajo lo presionó. De esa forma, las emociones funcionan de los dos lados para sostener nuestro estado de bienestar como también para ayudarnos a enfermar. Otros ejemplos de esta relación entre las emociones y la enfermedad, los podemos tener en las artritis, en los dolores articulares, cuando hay demasiada rigidez en los patrones de educación, cuando hay demasiado control, cuando se tiene que ser perfecto en lo que se hace, empiezan a doler las articulaciones que son los puntos donde tenemos movilidad, nos duele la cabeza mucho porque no logramos encontrar el punto preciso y nos estamos “devanando los sesos” por decirlo así. El niño intenta con toda la fuerza que puede lograr, ser el niño perfecto que le pide, el niño que cumple los deseos de sus papás y se frustra, se castiga un poco a sí mismo, le duele el estómago porque dice ¿Será que lo voy a hacer bien? ¿Será que no lo voy a hacer bien? ¿Esta vez sí les gustará lo que voy a hacer? ¿No les gustará lo que voy a hacer? y viene el apretón allá en la barriga de la preocupación; esos son otros ejemplos de enfermedades o de manifestaciones frecuentes de emociones bloqueadas y enfermedad física en los niños.
El niño constantemente expresa sus emociones en el movimiento de emoción y movimiento, siempre están relacionados. Cuando el niño se mueve, se emociona y al emocionarse, vuelve a moverse o vuelve a sentir que su cuerpo necesita expresar algo; ayudarlos a ponerle lenguaje a esas emociones es muy importante, decirles: “eso que tienes se llama enojo, eso que tienes se llama tristeza, así estamos alegres”, eso les va a facilitar salir “un poco de la cárcel” que tienen por no tener lenguaje para poder hablar de sus emociones. También se utiliza muchísimo el dibujo porque es más fácil para el niño relacionar cómo se siente con una carita, con un animal, con un monstruo, con cosas por el estilo, de esa manera se ayuda a modular la expresión de las emociones y a fluir en ellas, no a bloquearlas que es lo que genera la enfermedad.
El niño siempre está explorando, siempre está curioseando, va de aquí para allá y aunque a uno no le parezca cada movimiento que hace, cada cosa que observa, cada textura que siente es aprendizaje y cuando lo puede hacer en un entorno seguro, confiado, acompañado, ese aprendizaje se está dando con emociones agradables porque siente placer en descubrir, hay una sensación cómoda, confortable. Pero si ese ambiente se cruza de forma constante e intensa con cosas que son dolorosas, con sensación de abandono, con castigo por haber hecho algo que al adulto no le pareció, el niño lo que genera es un patrón de respuesta de rechazo de eso y cuando luego se encuentra con una situación similar de nuevo apareció “un NO, un CUIDADO, un ESO NO SE HACE” y empieza a aparecer lo que le ocurrió anteriormente que es un rechazo a ese entorno, ese rechazo se puede manifestar con una crisis de rinitis alérgica, una infección sobre eso que es una sinusitis, por ejemplo,o una crisis de asma o si lo que está haciendo es con sus manos y eso es lo que está mal visto, empieza a generar una dermatitis en sus manos porque fue castigado, porque lo lavaron a la fuerza.
Por muchas cosas esas son maneras de entender cómo la enfermedad vuelve y aparece cuando a mí me protege de ser dañado o cuando a mí me reproducen todas las condiciones de ese ambiente donde se presentó el primer problema.
Para ayudar a los niños en su salud emocional lo que hay que hacer es entender que son exploradores por naturaleza, cuidar su ambiente y como dije en otro momento del tema, irles enseñando el lenguaje para señalar qué emociones están teniendo: tengo alegría, tengo miedo, tengo tristeza, tengo enojo, que son las emociones principales y es muy importante que el adulto se fije cómo las vive él mismo porque a veces le dice al niño “que se calme” “que no le pasa nada” cuando ni siquiera él puede estar calmado y no ha reconocido que está enojado, ansioso o furioso o le dice que “está normal tener algo” y está muerto del susto, entonces no se trata de parecer de piedra, todo lo contrario, hay que poder sentir la emoción para enseñarle al niño a vivirla, sino que debemos de aprender a modularnos y a observarnos en ella para aprender.