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Desafíos a enfrentar en situación de duelo

Hoy vamos a hablar de los desafíos que debemos enfrentar cuando pasamos por una situación de duelo.

El duelo no necesariamente tiene que ver con enfrentarnos a la muerte de un ser querido, sino que se relaciona con aspectos de proyectos que tenemos que dejar, con relaciones familiares, relaciones con amigos, por la modificación en la forma de vincularlos con ciertos espacios, y en esa medida, nos enfrentamos a diferentes retos:

El primero de ellos es reconocer la realidad de la pérdida. La pérdida en muchas ocasiones es una situación inminente ante la que no hay nada que podamos hacer para modificar, retroceder el tiempo o para que las cosas ocurran de una manera distinta; reconocer la pérdida como algo, hace parte de nuestra vida, es el primer paso para poder enfrentarla de una manera más saludable y con la posibilidad de sacar también aprendizajes de esto que estamos enfrentando sin que ello signifique que no pueda ser doloroso o que no genere malestar inicialmente, sin embargo, el hecho de saber que es algo por lo que todos atravesamos en diferentes momentos, nos va a dar el primer paso a la salida.

Otro aspecto es abrirse al dolor en un equilibrio entre el sentir y el hacer. Esa apertura implica permitir las emociones que se experimentan ante la situación que nos estamos enfrentando, al mismo tiempo, que tratar de continuar con la vida cotidiana y con las situaciones que tenemos que enfrentar para no frenar nuestra vida; eso en muchas ocasiones puede implicar la necesidad de ayuda de otras personas o por lo menos del reconocimiento de que necesito a otros para para continuar, para hablar de lo que está sucediendo, pero, si es bien importante esa búsqueda de equilibrio, no vernos solamente a buscarnos todo el tiempo hacia el trabajo para no darnos cuenta de lo que está pasando o buscarnos completamente a nuestra emotividad porque obviamente estaríamos ante el riesgo de perder un poco de cosas que tenemos que seguir enfrentando, o de llegar incluso a un estado depresivo o un estado de ansiedad, que no sería malo, que habría que buscar ayuda, pero la idea es prevenir el llegar a un estado como este.

Otra parte es revisar nuestro mundo de significados. Cuando nosotros nos enfrentamos a una pérdida a veces es necesario modificar algunas creencias muy rígidas que teníamos, como, por ejemplo, voy a estar siempre de esta manera, de acá nadie me saca, yo voy a trabajar siempre en esto y no habrá ninguna posibilidad de que yo trabaje en algo distinto, si no es en este colegio entonces yo nunca voy a estudiar, si no es con esta persona entonces yo nunca voy a tener una relación de pareja. Abrirse, flexibilizarse ante esas creencias que tenemos tan arraigadas porque creemos estamos muy fijos en alguna situación o relación específica así sea con personas, cosas, con proyectos, es también esa posibilidad de empezar a construir algo nuevo, de abrirnos a las otras posibilidades y no quedarnos enfrascados o congelados añorando un pasado que probablemente ya no va a retornar porque sencillamente ha ocurrido algo inesperado y que no puede hacerse nada frente a eso.

Puede darse también la revisión de prioridades ante una situación de pérdida inesperada. Para mí lo más importante era cuidar a mi mascota, pero mi mascota ya no está, inicialmente, por ejemplo, decía que no voy a tener jamás otra mascota si no está, pero aquí ya puedo empezar a pensar si realmente eso es lo que quiero. Pasado un tiempo podría volver a tener una relación nueva con otra mascota y eso se aplicará a una cantidad de cosas. Si fuera yo a resumir estas recomendaciones, es cómo la pérdida nos enfrenta a la necesidad de flexibilizar creencias que previamente estaban rigidizadas.

Por otro lado, está reconstruir la relación con lo que hemos perdido. De manera equivocada se piensa actualmente que a las personas se les sugiera en un momento de pérdida, de duelo, por ejemplo, por la muerte de un ser querido o por una ruptura en relación de pareja, se deshicieran de todas las cosas, regalaran todo o quemaran todas las cosas. Ahorita se habla mucho más de la importancia de respetar nuestros propios procesos, incluso no tomar esas decisiones en los momentos críticos del duelo porque ocurre que cuando ya viene la reconstrucción de lo que ocurrió, la comprensión incluso de las razones por las que se dieron las cosas como se dieron, yo puedo tener una forma distinta de vincular con esos recuerdos que quedaron de la persona con la que se dio la ruptura. Actualmente se recomienda más guardar las cosas durante algún tiempo y pasada esa emocionalidad identificar si realmente quiero es deshacerme de ellas o quiero darles un lado distinto.

En muchas ocasiones ocurre que, al principio, digamos de una ruptura de relación de pareja, pensamos que no queremos nunca volver a ver a esa persona, que la queremos eliminar de nuestra vida completamente y más adelante, al observar bien en retrospectiva qué pasó, por qué se dio la ruptura, pueden establecerse relaciones cordiales que implican incluso una resignificación bonita. Hay autores que hablan de que las relaciones no se terminan, sino que se transforman y para mí, es una forma muy bella de hablar del duelo y de la pérdida en general porque finalmente eso que ya no está: esa persona, ese proyecto, esa situación, ese lugar, hace parte de mi historia que aunque yo lo quiera sacar de mi vista siempre que yo hable, cuando tuve cierta edad esto pasó, estaba en tal lugar con esta persona, era casada, era soltera, estudiante de colegio, tenía esta mascota, tenía esta empresa, hace parte de la historia aunque esto ya se haya borrado supuestamente en lo físico, siempre queda un registro, incluso aunque yo quiera borrarlo de mi memoria, hace parte del proceso que yo he trasegado en mi recorrido por la vida.

Mirar las rupturas no como fin de una relación, sino como modificación de la misma, va a permitir también observar una ganancia o zanjar al final una ganancia de ese proceso histórico que implica siempre ganar y perder

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